06.- Primeras impresiones -

Cortés estaba un poco contrariado con lo que estaba viendo, por una parte admiraba un país hermoso, con una flora exuberante, una organización social coherente, una arquitectura grandiosa. Por sus estudios en derecho admiraba sus leyes protectoras de la propiedad privada, un sistema racional de impuestos, servicio miliar juicioso, incluso un sistema de correos mejor que el de Europa.

Por otro lado desconocían la leche, la cera o el aceite para el alumbrado, no existía moneda, no tenían animales domésticos ni de carga, ni ruedas ni carros, había un clima social de enfrentamiento, de total sometimiento hacía Moctezuma que disponía de la vida de sus súbditos de manera arbitraria y caprichosa.

Pero lo que le repugnaba era la crueldad del culto que dedicaban a sus ídolos, la barbarie de los sacrificios humanos, seguidos de festines caníbales. Habían visto como sobre la piedra de sacrificio extendían a las víctimas agarrados por cinco sacerdotes, para clavarles un cuchillo de obsidiana en el pecho rompiéndoles las costillas, arrancarles el corazón, ofrecérselo a los dioses echándolo al fuego aún palpitante, para después descuartizar el cuerpo para comerse los miembros o venderlos en el mercado.

Tenía que acabar con esa barbarie, tenía que enseñarles la fe verdadera, tenía que evangelizar a esa pobre gente.