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De Numancia a Lusitania

Viriato

Hace ya algunas fechas, tuve la ocasión de pasar unos días en la otra punta de Castilla y León, concretamente en Soria. Ciudad interesante, de esas que no se dan importancia aunque la tengan.

Ciudad castigada por la historia como lo son todas las fronteras naturales, y de eso Soria sabe un poco. Estuvo entre Castilla y Aragón, cuando Castilla y Aragón eran el centro del mundo, estuvo entre moros y cristianos en la reconquista, incluso estuvo entre Romanos y Celtíberos en plena romanización.

Tuve la ocasión de pasear por la Alameda Cervantes, de ver la Concatedral de San Pedro, la ermita de San Saturio escavada en la roca, o el Museo Arqueológico, por poner unos pocos ejemplos. También merece la pena la provincia, con el infravalorado Almazán, al que no le vendría nada mal la restauración de varios de sus monumentos. La fachada del Hospital de San Agustín y la catedral de Burgo de Osma, donde se celebró hace algunos años la exposición «Las Edades del Hombre», también comprobé su rica gastronomía, no solo lo digo yo, pues en uno de sus restaurantes coincidí con una familia Peñarandina que opinaba lo mismo. También pude admirar la espectacular plaza de Morón de Almazán, es curioso como un pueblo de poco más de 200 habitantes puede tener esa impresionante plaza, de esas que no cabe en una foto, solo cabe en la memoria.

Y por supuesto pasé por Numancia, el lugar donde hace más de 2000 años, sus habitantes decidieron plantar cara nada más y nada menos que a Roma. Cuentan que después de varios intentos los generales romanos no conseguían doblegar a los numantinos. Se pasaban los años, pasaban distintos generales, distintos cónsules y los numantinos seguían resistiendo. Entonces Roma decide mandar a su mejor general, Publio Cornelio Escipión, que acababa de conquistar Cartago. Este decide sitiar Numancia, como no los puede vencer en el campo de batalla cierra todos los accesos al poblado mediante 7 campamentos distribuidos en los alrededores, con sus correspondientes muros y fosos. Una obra impresionante, necesitó más de 15.000 hombres durante 16 meses. Hasta que en el año 133 a.C., los numantinos tuvieron que elegir entre el suicidio o la rendición. La mayoría optó por lo primero, quemaron lo poco que los quedaba y se suicidaron. Escipión nunca se alegró de esta victoria, o al menos no de esa manera. Los pocos numantinos que quedaron fueron vendidos como esclavos y sobre las cenizas del poblado Celtíbero se levanto la ciudad romana.
Situada en un lugar estratégico desde donde hay una vista maravillosa, hoy en día Numancia es un centro de estudio arqueológico. No queda nada de ese poblado celtibero o del posterior romano, pero en el lugar reservado para los turistas, se pueden ver reproducciones de las casas Celtíberas y Romanas, y se puede pasear por la parte reconstruida de un poblado de entonces, e imaginar cómo sería la vida de aquellos hombres.

Y es que la conquista de Hispania les costó a los romanos más de 200 años, por poner un ejemplo, las Galias las conquistaron en 10 años, y tienen una extensión mucho mayor que Hispania. Me vienen a la memoria personajes históricos que también lucharon en la península contra los romanos como son Aníbal o Viriato.

Aníbal nació en Cartago, pero su madre era Ibérica y su mujer, Himilce, Hispana (Iberia es un término Griego, e Hispania es un término Romano para definir lo mismo) En el año 222 a. de C. Asdrúbal fue asesinado y le sucedió Aníbal, que se conviertió en el general del ejército Cartaginés. Después de conquistar gran parte de Hispania, protagonizó la Segunda Guerra Púnica contra los romanos. Desde Hispania partió con más de 50.000 soldados y una cantidad importante de elefantes hacia Roma, atraviesó los Pirineos, los Alpes y venció a los romanos en Roma en numerosas batallas. Los romanos sabían que no podían vencerle, pero podían aislarle como harían después con Numancia.

Decidieron cortar los suministros del ejército cartaginés, compuesto en gran parte por Hispanos, incluso mataron a su hermano Asdrúbal en Hispania, que era su punto de apoyo más fuerte. De esta manera, falto de provisiones se tuvo que retirar a África, donde finalmente fue vencido.

Viriato sí era Hispano, concretamente de Lusitania, lo que ahora es Extremadura y el sur de Portugal, algunos le llamaron el último Lusitano. Era pastor hasta que llegaron los romanos y decidió hacerlos frente venciéndolos en numerosas batallas. Incluso logró capturar al general que mandaba los ejércitos romanos en la Península, llamado Serviliano. Firmó un acuerdo con él y le dejó escapar.

Pero el tratado no fue respetado en Roma y decidieron la muerte de Viriato. Para ello compraron a varios de sus lugartenientes que le mataron mientras dormía. Cuando fueron a cobrar la recompensa fue cuando los romanos dijeron la famosa frase «Roma no paga traidores».

Algunos soldados de Viriato se refugiaron en Numancia y continuaron la resistencia ante los romanos.

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