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Don Gaspar de Bracamonte

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Don Gaspar de Bracamonte y Guzmán Pacheco de Mendoza, nació en Peñaranda de Bracamonte en 1595. Fue diplomático y estadista, grande es España, ocupó los más altos cargos políticos de España en el siglo XVII, tanto con Felipe IV como con Carlos II.

III Conde de Peñaranda, no por ser el quinto hijo de Don Alonso de Bracamonte y Guzmán, I Conde de Peñaranda, sino por su matrimonio con María de Bracamonte y Portocarrero, hija de su hermano Baltasar Manuel de Bracamonte y Guzmán, II Conde de Peñaranda. Tuvo un único hijo Don Gregorio Genaro de Bracamonte y Guzmán Bracamonte y Portocarrero, IV Conde de Peñaranda, que murió después de dos matrimonios sin descendencia, pasando la línea sucesoria a su hermana doña Antonia de Luna, casada con don Pedro de Velasco, hijo primogénito del marqués de Fresno.

En 1615 fue nombrado capellán de manto interior, en 1618 se graduó de licenciado en cánones y en 1622 fue nombrado camarero del infante don Fernando, cardenal arzobispo de Toledo. Fue canónigo de Toledo y Sevilla, en 1626 fue nombrado fiscal y poco más tarde consejero del Consejo Real de Órdenes con hábito de Alcántara. En 1642 Felipe IV le nombró gentil-hombre de Cámara. En 1643 el Rey le nombra ministro plenipotenciario, participando en su representación en las negociaciones para poner fin a la Guerra de los Treinta Años, pacificando la zona firmando el tratado de Paz de Westfalia en Münster (Alemania).

En el año 1651 el rey le nombró presidente del Consejo de Estado, y a los dos años presidente del Consejo de Indias.   En 1657 el rey le envió a Frankfurt en su representación para apoyar la elección del rey de Hungría e hijo del emperador Fernando III, Leopoldo, como nuevo emperador.

En 1658 es nombrado virrey de Nápoles, haciendo patrona de la ciudad a Santa Teresa de Jesús, en su honor edificó en dicha ciudad un convento de Carmelitas Descalzas. También en el convento que fundó en Peñaranda de Bracamonte, la capilla (hoy de San Antonio) la dedicó a la Santa Madre.

A su vuelta a España es nombrado miembro del Consejo de Estado y Guerra, y presidente del mismo Consejo de Italia.

Dirigió la política exterior española durante la regencia de Mariana de Austria, en la minoría de edad de Carlos II, en una época especialmente conflictiva. Castilla se enfrentaba a la secesión de Portugal, y Luis XIV quería apoderarse de los Países Bajos con el pretexto de no haber recibido la dote de su esposa María Teresa, hija de Felipe IV. Defendió el acercamiento a Francia, pero la actitud intransigente de Luis XIV lo hizo imposible.

Firmó el acuerdo de Madrid con Gran Bretaña, también la Alianza de La Haya, integrada además de España por el Imperio, Provincias Unidas, y los príncipes alemanes, con lo que pretendía frenar la expansión francesa.

Los continuos enfrentamientos con el valido de la reina regente, Fernando de Valenzuela, le hicieron retirarse de la política.

Don Gaspar de Bracamonte y Guzmán, III Conde de Peñaranda murió en Madrid el 14 de diciembre de 1676. Fue enterrado en el claustro del Convento de las Madres Carmelitas Descalzas de Peñaranda de Bracamonte, que el mismo había fundado. Al año moriría su mujer y sería enterrada en el mismo sitio.

El gran mecenas peñarandino, gastó más de 100.000 ducados en el Convento de las Madres Carmelitas, otros 50.000 ducados en lienzos de Nápoles, láminas, estatuas, alhajas de plata, oro y diamantes, y joyas para la imagen de nuestro Señora de Loreto, y más de 2.500 ducados anuales en renta para religiosas y capellanes.

En el Convento y en el Museo que alberga están representadas las escuelas Napolitana, Veneciana y Boloñesa, entre otras, por contrastados pintores como Lucas Jordán, Andrea Vaccaro, Guido Reni o Lázaro Baldi. Tampoco faltan pintores nacionales como José García Hidalgo, el murciano Lorenzo Vila, Alonso del Arco, o el vallisoletano Díez Ferreras.

En la colección de bronces destacan un espléndido calvario llamado el Oratorio del Conde, las urnas conteniendo reliquias de santos que se conservan en la Capilla de Loreto y un llamativo y espectacular relicario, quizás siciliano.

Llamativas por ser casi únicas en su género son Las Postrimerías, una pieza de caoba en forma de cruz con hornacinas, en las que en una extraordinaria labor de modelado en cera se representan la Muerte, el Purgatorio, el Paraíso, el Infierno y el Limbo.

Don Gaspar de Bracamonte y Guzmán Pacheco de Mendoza, han pasado más de tres siglos desde su fallecimiento pero su obra sigue viva, y su recuerdo estará siempre entre nosotros, como uno de los peñarandinos más ilustres de todos los tiempos.

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