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La tragedia del estallido del polvorín

La tragedia del estallido del polvorín

Hace 75 años tuvo lugar una de las mayores catástrofes que ha sufrido Peñaranda de Bracamonte en toda su historia, la explosión de un polvorín situado junto a la estación de ferrocarril, los otros tres estaban situados en San Francisco, La Poza y en La Ronda de los Lagares.

Serían las 11:20 del domingo 9 de julio de 1939, la gente se preparaba para acudir a misa de 12:00 cuando un tren cargado de amonal y un vagón de pasajeros hizo explosión, ocasionando la tragedia. Más de 100 muertos, más de 1.500 heridos para una población de poco más de 4.500, la mitad de la ciudad destruida, y todos los edificios afectados de alguna manera.

El motivo más probable fue el fuerte calor de aquel mes de verano, y algún defecto en un eje del tren, algún testigo vio una rueda al rojo vivo. Las sucesivas explosiones, primero el tren y después el polvorín, fueron escuchadas en los pueblos de alrededor, y el humo se veía desde Salamanca.

La mayor parte de las víctimas fueron los viajeros del tren, los empleados de la estación, y los trabajadores de la nueva fábrica de Cauchos Teodoro Jiménez Hernández que estaba junto a la Estación de tren, algo más lejos estaban las fábricas de harinas de la Viguesa y Alonso Marcos. Más alejados aún estaban los jardines y el Convento San Francisco también muy afectados.

Los bomberos llegaron de Salamanca, Ciudad Rodrigo, Zamora, Ávila, Valladolid, Medina del Campo y Madrid para sofocar el fuego, e incluso el ejército se movilizó para socorrer a las víctimas.  Casi 1.000 vecinos fueron acogidos por los pueblos de alrededor.

Se recibieron toneladas de alimentos y ropa, donativos, telegramas de condolencia, desde el Jefe del Estado, hasta el del Rey Alfonso XIII mandado desde Ginebra después del exilio republicano. Se instalaron comedores benéficos y de auxilio social.

El 14 de julio se creó el Patronato de Reconstrucción y Socorro para canalizar todas las actuaciones dirigidas a la reconstrucción de Peñaranda de Bracamonte, como son el desescombro, la tasación de todos los daños, la rehabilitación de los edificios, las nuevas construcciones, las indemnizaciones, etc…

Se abrió una cuenta para ingresar las ayudas de los salmantinos que quisieran colaborar en la reconstrucción, instando “al elemental deber de caridad cristiana, el patriotismo y la tradicional hidalguía charra”. Se recibieron donaciones varias, del Marqués de Ivanrey, o del Ayuntamiento de Melilla.

La Comisión de Socorro estudió las peticiones de ayuda de acuerdo a unas bases, que por ejemplo decían en una de sus clausulas “El socorro diario de cada familia sin ingreso alguno por fallecimiento de los miembros que la sustentaban, lesión o paro involuntario de los mismos, será de 3 pesetas por el actual cabeza de familia, incrementando en 1 peseta más por cada familiar a quien prestase alimentos el cabeza de familia sin que el total del socorro pueda exceder de 9 pesetas, y de un año”.

Se construyeron la Plaza Nueva y alrededores, Calle Bretón, Chamberí, o edificios municipales como la Estación de Tren, El Centro de Higiene, el Juzgado de Instrucción, la Escuela de Párvulos, el Instituto Laboral Onésimo Redondo, o la Cárcel.

Para conmemorar el 75 aniversario de la tragedia, el pasado 9 de julio inauguramos una escultura en el Paseo de La Estación, que servirá como recuerdo y sincero homenaje para las víctimas del polvorín, y como reconocimiento para esos peñarandinos que lucharon por la reconstrucción de Peñaranda de Bracamonte.

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