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La causa del mal según San Agustín de Hipona

San-Agustin

Aurelio Agustín nació el año 354 d.C. en Tagaste, una provincia del norte de África. Hijo de madre cristiana y padre pagano, profesó el maniqueísmo que era una religión que entendía el bien y el mal como dos fuerzas duales, contrarias y eternas que regían el universo, esto marcará su filosofía posterior.

San Agustín era un hombre al que le gustaban los placeres de la vida, las juergas, las apuestas, incluso tuvo un hijo, pero en el año 386 se convirtió al cristianismo, y en el 395 fue nombrado obispo de Hipona.

La obra de San Agustín se desarrolló en la Patrística que es la primera parte de la edad media, en esta época existían muchos grupos religiosos que competían por conseguir que su doctrina fuera la verdadera.

Es uno de los cuatro padres de la iglesia, junto con el papa Gregorio Magno, Jerónimo de Estridón, y Ambrosio de Milán. Escribió obras de naturaleza filosófica como Confesiones, Sobre la ciudad de Dios, o Sobre el libre albedrio, que se encuadran en la corriente del Platonismo cristiano. Intentó hacer compatible la razón y la fe, pero siempre con la fe por encima de la razón.

San Agustín consideraba que en el ser humano cohabitan el cuerpo y el alma, la materia y el espíritu, y pensaba que debemos renunciar a los placeres físicos para buscar la espiritualidad o lo divino. Creía que en la realidad existen dos mundos, el físico y corruptible y el mundo del espíritu que es duradero y no se degrada. Este pensamiento tuvo repercusión en la vida real, dando lugar al poder político de los reyes, y al poder teológico del papa que incluso estaba por encima de los reyes.

San Agustín intentó resolver el problema del mal, tanto el moral (pecado) como el físico (enfermedad), si Dios es bueno y todopoderoso ¿por qué permite el mal en el mundo?, entonces se basó en la filosofía de Platón, que dijo que el mal es la ausencia del bien, así como la oscuridad es la ausencia de luz.

San Agustín argumentó que Dios creó a los seres humanos como racionales, pero para poder ser racionales necesitan el libre albedrío, es decir escoger entre el bien y el mal, por eso Dios no es la causa del mal. El hombre escoge el mal, al igual que escoge el pecado que es la ausencia de Dios.

Además este razonamiento cuadra con las Sagradas Escrituras,

Dios creó al ser humano en el sexto día para que gobernara sobre los animales de la creación, Adán y Eva vivían felices en el Jardín del Edén, pero Yahveh los había prohibido comer del árbol del conocimiento que daba conocimiento, y del árbol de la vida que daba la inmortalidad.

Adán y Eva desobedecieron, comieron del árbol del conocimiento y entró el mal en el mundo (pecado original), salieron de su estado de inocencia y felicidad, y conocieron el bien y el mal. Entonces se dieron cuenta que estaban desnudos, y a partir de ese momento el hombre tuvo que trabajar, y la mujer parir con dolor.

El mal había ingresado en el mundo, y el pecado original dio lugar a los pecados capitales, que son la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la soberbia, la lujuria y la envidia.

Génesis, Antiguo Testamento de la Biblia

Entonces surgió el dilema que ha dado lugar (y sigue dando) a debates filosóficos, ¿es mejor ser feliz en la ignorancia, o es mejor tener conocimiento y no ser feliz?, es decir ¿la serpiente nos benefició o nos perjudicó?. Platón sostenía que solo en el conocimiento está la felicidad.

En la película Matrix, Neo sigue el razonamiento de Platón y tomó la pastilla del conocimiento. Otra película Seven, está basada en los pecados capitales.

San Agustín argumentó también que la existencia del mal ayuda a valorar o apreciar en mayor medida el bien, que existe en diferentes grados.

Todas estas explicaciones de San Agustín, para los creyentes resuelven el problema del mal en el mundo, pero para los no creyentes la existencia del mal es la prueba de que Dios no existe y buscan el sentido de la vida en otra parte.

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