La romanización de la Península Ibérica duró unos dos siglos y acabó hace unos 2.000 años. Los romanos se referían a la Península Ibérica como un todo al que llamaban Hispania.
Para la historia han quedado los hechos de resistencia a la conquista romana como son los casos de Viriato, que resistió hasta que sobornaron a sus lugartenientes aunque más tarde no los pagaron el precio del soborno y de ahí la frase «Roma no paga a traidores», o el caso de Numancia, ciudad que aguanto el asedio romano 15 meses hasta que se les acabaron los suministros, y de ahí el adjetivo de defensa «numantina» en prueba de valentía, coraje o heroísmo.
Poco antes del colapso del Imperio Romano los Visigodos se establecieron en España en el año 414 y fijaron la primera capital de España en Toledo, Isidoro de Sevilla ya hablaba de España como nación en este siglo VI.
A inicios del siglo VIII con la invasión musulmana existía una conciencia de pérdida de la unidad de España, pero muy pronto en el año 718 comenzó la reconquista con la Rebelión de Don Pelayo y se extendió hasta el año 1492, fecha en la que se tomó Granada y se completó esta Reconquista de España.
Antes, en 1469 tuvo lugar el matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón y se unificaron ambas Coronas, reforzándose la unidad española.
El día 19 de marzo de 1812 las cortes de Cádiz promulgaron la primera constitución española, y nuestra nación fue legitimada políticamente por todos los firmantes en representación de todas las regiones Españolas, incluidas las de ultramar.