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Reforma de nuestra Constitución ¿para qué?

Reforma de nuestra Constitución ¿para qué

La Transición Española, es decir el paso de un sistema dictatorial a un régimen constitucional, fue un proceso modélico alabado por todos los países de nuestro entorno. El exponente máximo de esa Transición fue nuestra carta magna, nuestra ley de leyes, nuestra Constitución, la Constitución de 1978. Hecho histórico en el que todos los partidos políticos renunciaron a algunas de sus pretensiones en aras del bien común, incluido el grupo catalán que votó a favor de dicha Constitución.

Desde entonces han pasado más de 40 años y hemos logrado el mayor periodo de estabilidad política y bienestar económico de los últimos siglos. No obstante todo es mejorable y la sociedad cambia, por eso la Constitución del 78 también puede ser modificada con una amplia mayoría, y por supuesto con el consenso de los dos grandes partidos.

Los cambios pueden ser muchos y muy variados, desde el orden de la línea sucesoria que ahora establece una prioridad de los varones, hasta la separación de algunas Comunidades Autónomas del resto de España, problema éste muy complejo y de acuerdo complicado.

Sobre el primer asunto parece que hay consenso casi total, sobre el segundo aspecto hay opiniones de todo tipo, españoles a favor y en contra, incluso algunos pregonan un estado federal sin precisar en qué consiste, el estado autonómico tiene más autonomía que muchos estados federales de nuestro entorno.

La respuesta está en la propia Constitución, en ella está perfectamente definido lo que es España, lo que son las Comunidades Autonómicas, y como se debe articular cualquier cambio de dicha Constitución.

María Elvira Roca Barea en su libro Fracasología apunta principalmente tres modificaciones:

La Constitución de 1978 necesita principalmente tres modificaciones:

  1. Resolver la desigualdad que consagra en su articulado al referirse a “regiones y nacionalidades” (artículo 2) y al conceder en la Disposición Adicional I derechos históricos a los territorios forales. Esto en la práctica ha llevado a la confederación asimétrica. Solo hay un régimen autonómico capaz de estabilizarse: el que garantice igualdad entre todos los españoles. Lo contrario es seguir sembrando vientos.
  2. La reforma constitucional debe ir en el sentido del Estatuto Único para todos los territorios, con un marco competencial establecido en la propia Constitución e inamovible, de tal manera que sea imposible comprar investiduras y apoyo parlamentario para los Gobiernos que no tengan mayoría suficiente, sean de derechas o de izquierdas, con paquetes de transferencias, o sea, con millones de euros.
  3. El Estado tiene que recuperar competencias esenciales, principalmente la educación. Hace más de veinticinco años que en España se educa de forma  abierta en colegios e institutos a los niños y adolescentes para que no sean españoles. Es imperativo desmantelar las estructuras en el exterior que han ido creando una autonomía tras otra. La política exterior tiene que ser exclusiva del Gobierno central.
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