
Difícil cometido es encontrar documentación para poder hacer una exposición exhaustiva y concisa sobre los diferentes relojes que han acompañado fielmente, desde la Iglesia parroquial “San Miguel Arcángel”, a todos los peñarandinos en sus quehaceres cotidianos.
Que se conozca, cuatro han sido los relojes instalados en el templo parroquial, dentro de su ajetreada historia.
En el año 1534, se constata la existencia de un reloj instalado en la Iglesia parroquial, acompañado de un brazo de pletina de hierro adherido a la pared, que servía para conectar con la campana de la torre y así poder anunciar las correspondientes horas.
Pasados ciento diez años no aparece información alguna, pero en julio de 1644, se inician unas obras en la pequeña torre o campanario preexistente de ladrillo, que deben estar concluidas a finales del mes de agosto, donde se tiene proyectado ubicar el mencionado reloj de pesas antes situado en el tejado, teniendo que ser por cuenta y riesgo del maestro de obras Francisco Cilleros el cambio de la maquinaria y su conexión.
Me encuentro documentación de diversas épocas donde se manifiesta que el mantenimiento de los relojes siempre estuvo bajo la responsabilidad municipal.
Como consecuencia de una tormenta, el mencionado y sencillo campanario quedó seriamente dañado, y después de varios estudios técnicos, se decide dar comienzo a la construcción de la actual torre en el año 1673.
Por tal motivo, se tuvo que desmontar ( una vez finalizadas las obras), volver a montar las campanas con su planta de vigas de madera de Navarredonda seca y cortada en buena luna, y el reloj colocarlo con todo el cuidado, en una casilla en el espacio del capitel. Manifiestan como debe de hacerse la mano del reloj: en chapa de Vizcaya, pintadas las letras de oro en campo negro y globo interior azul rayado de oro y dorado a mano.
Este reloj se estropeó en 1681, encargando su arreglo al maestro cerrajero Santiago Martínez, aparece un documento que cito literalmente:
“Convenio con Severiano Gasco para regir el reloj de Villa Este Ayuntamiento acordó en vista del mal estado en que se encontraba el reloj de Villa que se encargara de regirle al maestro herrero Severiano Gasco por creerle el más entendido para desempeñar dicho cargo. El Severiano se obliga a regirle teniendo corrientes la mano y minutero para comodidad del vecindario, como también a mirar por su mejor conservación recomponiendo de su cuenta en todo lo que sea compatible con su oficio y susceptible de hacerse en su taller, salvo los casos imprevistos del deterioro que pudiera tener por ruina o incendio del local que ocupa.
El Ayuntamiento retribuirá a Gasco con el diario de doscientas cincuenta milesimas de escudo que le serán pagadas por mensualidades en la mayordomía de propios de este Ayuntamiento, sin descuento ni baja alguna por ser así condicionado.
Este convenio empieza a regir desde 1º de julio del presente año económico, y para que valga y se respeten las obligaciones respectivas aquí contraídas firmamos el presente el Alcalde y una comisión con el interesado.
Peñaranda Junio 27 de 1868.
Firmado y rubricado. El Alcalde, Manuel Coca. El Regidor, Emilio García Igea. El Regidor, Marcelino de la Peña. Secretario, Norberto Peña. El Maestro Herrero, Severiano Gasco.”

Destacar el artículo publicado en el Periódico “La Voz de Peñaranda” con fecha 20 de agosto de 1893, donde manifiesta que el pasado día 16, un aparatoso fuego se apoderó de nuestra Iglesia parroquial. A las cinco de la mañana del día 17, cuando ya se creía extinguido el incendio, comenzó a arder la puerta de la torre en la que se hallan colocadas las campanas y el reloj, pero afortunadamente acudieron a tiempo con la bomba para apagarlo completamente.
Previa autorización del Sr. Gobernador Civil de la Provincia, aparece publicado en el B.O.P., con fecha 22 de julio, el anuncio para la compra mediante subasta de una máquina para el reloj de la torre de nuestra Iglesia parroquial, así como su pliego de condiciones el día 2 de septiembre del año en curso.
El acta de la subasta celebrada el día 2 de octubre de 1915, en el Salón de la Casa Consistorial, manifiesta que, con la presencia de don Emilio García Gutiérrez en funciones Alcalde, don Manuel López Redondo en concepto de Regidor Síndico y los señores Concejales don Agustín del Castillo, don Daniel Pérez, don Gerardo Díaz y don Francisco Ruipérez, asistidos por mí el infrascrito Secretario don Plácido Martín; el señor Presidente declaró abierta la licitación.
Anunciado oportunamente el acto en voz pública, fueron entregados al Sr. Presidente en el plazo de media hora contados por su reloj, tres pliegos sin que de las operaciones practicadas hasta el momento se hayan presentado reclamación alguna.
El número uno, se halla suscrito por don Antonio Ferreira Mateos, con una oferta de dos mil ciento setenta y cinco pesetas. El segundo pliego quedó fuera de concurso, ya que aparecía únicamente la cédula personal de don Adolfo Winzer Klapproth. En el contenido del pliego señalado con el número tres, don Adolfo Winzer Klapproth, oferta la cantidad de dos mil seiscientas cuarenta y cinco pesetas. Ambos licitadores vecinos de Salamanca, presentaron la documentación sobre la fianza provisional así como sus cédulas personales, comprometiéndose mediante escrito a cumplir las condiciones del contrato.
En vista del resultado ofrecido por las proposiciones presentadas y no habiéndose hecho protesta alguna por los interesados, el señor Presidente de acuerdo con el asentimiento de los demás señores de la Corporación, adjudicó provisionalmente a don Antonio Ferreira Mateos, en la cantidad de dos mil ciento setenta y cinco pesetas, el servicio de que se trata. En prueba de conformidad, firman y rubrican las autoridades asistentes al acto, licitadores y secretario.
Exposición de algunas de las características manifestadas en las condiciones facultativas:
Máquina del reloj de fabricación nacional, del n.º 6, debiendo tener la rueda Imperial de 44 a 46 centímetros, teniendo que ser horizontal con tres cuerpos de rodaje, con una duración de cuerda de ocho días, cuartos de hora y repetición de las horas. Llevará una esfera de diez centímetros que sirva para poder poner la hora al reloj desde el interior y ser montada sobre una mesa de madera, siendo su movimiento paralelogramo rectangular con los extremos fundidos.
Una garantía de cinco años salvo roturas, y comprometerse el licitador a enseñar a la persona que la Corporación Municipal designe para su funcionamiento, la conservación y posibles arreglos. La máquina será instalada en la torre de la Iglesia parroquial, teniendo que correr por parte del Sr. Ferreira Marcos todos los gastos de materiales y personal de albañilería y carpintería, así como la obligación de realizar un contrato a los obreros que necesite para las pertinentes obras, y el compromiso de tener el reloj en funcionamiento a los cuarenta días desde la notificación del Ayuntamiento.
Ante la imposibilidad de poder instalar en el tiempo previsto la maquinaria del reloj, según manifiesta don Antonio Ferreira en su escrito de fecha 18 de noviembre de 1915 dirigido al Sr. Alcalde y demás individuos del Ayuntamiento, éste acompaña para acreditar su veracidad una carta que con fecha 11 de noviembre de 1915, recibe de la Fábrica de Relojes de Torre “Moisés Díez”, de Palencia, encargada de la construcción de la maquinaria n.º 6, rueda 1.ª de la sonería de 36 c/m., 8 días de cuerda, sonando horas repetidas y medias.
En mencionada carta se explica que “el reloj de cuartos de su pedido no se deja de la mano, por lo que va adelantando su construcción, sin que pueda precisarle la fecha en que he de remitírselo, por resultar muy difícil señalarla, debido a que con el conflicto europeo todos los materiales son servidos con bastante irregularidad y por esta circunstancia los trabajos se retrasan más de lo que fueran nuestros deseo. Ruego me diga los accesorios que he de mandarle con este reloj.

Aparecen dos documentos: Junio 1952-Enero 1953 que hacen mención a las reparaciones que tenían que realizarse en el reloj. Presentan conjuntamente presupuesto don Manuel Castillo Silva, relojero de Ávila, y don Antonio Castillo Romero, reparador de Peñaranda, por un importe de novecientas setenta y siete pesetas; y don Luis Villoldo Muñoz, relojero de Peñaranda, con una oferta de mil quinientas pesetas. Los licitadores detallan el trabajo a realizar: Poner y colocar 20 centros y 2 ventolones, limpieza y mano de obra, quedando garantizada la reparación por un periodo de cinco años salvo roturas. Es de destacar que en la oferta del Sr. Villoldo, también hacía constar el cambio del piñón de la rueda de escape.
En el Pleno Municipal de fecha 13 de febrero de 1953, se acuerda aceptar la propuesta realizada por los Sres. Castillo Silva y Castillo Romero, además de adjudicar el mantenimiento, limpieza y dar cuerda al reloj de la villa, al mencionado don Antonio Castillo Romero, por la cantidad anual de mil doscientas pesetas, que serán abonadas proporcionalmente durante los doce meses.
Este reloj es considerado por todos los peñarandinos como un símbolo integrado en nuestra sociedad, tanto es así que las tradicionales comparsas le compusieron una popular copla titulada “El Reloj”, con su estribillo: “La culpa la tuvo Tabi, por no dar cuerda al reloj, que cuando aquí es la una en Madrid ya son las dos”, y que en sus distintas épocas de navidad y carnavales la interpretaban las divertidas y diferentes Bandas y Comparsas, siendo en la actualidad “La Comparsa Peñarandina” su máximo exponente.
Los peñarandinos tenemos en nuestra mente la fatídica noche del día 7 de junio de 1971, cuando a las doce aproximadamente, se detectó en la Iglesia parroquial un catastrófico fuego de destruyó casi la totalidad de nuestro templo. Se recuerda la incapacidad material de la población ante tan desolador acontecimiento.
Como no podía ser de otra manera, el reloj eléctrico instalado en la torre del campanario pago también las consecuencias y dejó de funcionar a las diez horas y diez minutos de la noche.
Parece ser que el fuego comenzó una hora antes, a las nueve y cuarto. Se especula que las pilas del reloj se dilataron por el efecto del calor lo que conllevó la paralización de la maquinaria, justificando así la hora que quedó parado.
Han pasado más de diez años sin la compañía del reloj, pero en marzo de 1983, nuestra ciudad gracias al tesón de unos hombres extraordinariamente peñarandinos integrados en el Hermandad de Cofradías y la “Junta de Reconstrucción Iglesia parroquial” con la colaboración económica del Ayuntamiento, hicieron posible que el tradicional reloj de nuestra torre volviese a sonar, integrándose nuevamente en la vida cotidiana de los ciudadanos de la localidad.
En los primeros días de funcionamiento, el reloj fue bautizado por los vecinos próximos a la Iglesia como el “reloj de la discordia” por el sonido tan elevado de las campanas. Oídas sus peticiones, se acordó suprimir los toques en las horas nocturnas pasando a ser el de “la concordia”.
“Organería Española, S.A.” de Madrid, fue la empresa que suministró el equipo con todos sus elementos: Tres motores de toque para señalización. Un reloj patrón mecánico de remontaje eléctrico. Una máquina secundaria para arrastre de saetas y programación sonora. Un cerco, una esfera, una bancada soporte, un equipo de iluminación, una caja de conexión, tres plaquetas anclaje motores, un cuadro de maniobra campanas, un dispositivo corte nocturno. Gastos de iluminación del complejo de sonería horaria, más instalación del nuevo incluyendo el desmonte y despiece de la máquina antigua, además de la instalación eléctrica con sus cédulas especiales por Electricidad Sitva, siendo el importe total del reloj, seiscientas sesenta y seis mil trescientas treinta y ocho pesetas.
Como recordarán, pasadas las ocho y treinta de la tarde del lunes, 28 de junio de 1999, apareció por nuestra ciudad una temerosa tormenta, y como consecuencia de la misma, la torre campanario de la Iglesia parroquial sufrió los efectos de un rayo que dejó fulminado el reloj, desplazando a los tejados y vía pública su esfera, además de quemar parte de la instalación eléctrica del templo parroquial.
Después de las gestiones pertinentes, en el mes de noviembre del mismo año, quedó instalado en la torre el nuevo y sofisticado reloj, cuyo funcionamiento se controla desde una consola ubicada en la sacristía. Para dar protección a la Iglesia de otras posibles descargas eléctricas producidas por las tormentas propias de la época, en junio de 2000, se instaló un nuevo pararrayos en el punto más alto del templo.
El reloj se adquirió a la empresa vallisoletana “Caresa”, por el importe de un millón veintitrés mil ciento cincuenta pesetas, siendo sus datos y características: Esfera de metacrilato blanco opal de 10 mm. con numeración romana. Marco remate de esfera curvado en ángulo de 40 con solapas de colocación. Juego de agujas estilo punta de lanza, en aluminio ligero y contrapesas. Electromazos modelo Ec-120 para campanas esquilanes. Monitorización modelo Carmot 3p para movimiento de esfera exterior. Central de mandos modelo Carmaster Q4 con sistema de transmisión de datos comunicación Rst 323, con central decodificadora de datos. Equipo de recepción de información vía Rswt323 y controlador de potencia. Antena vía radio para sincronización de tiempo, modelo Dcf 77. Instalación eléctrica desde central de mandos a central decodificadora de datos. Mano de obra y montaje del material más puesta en funcionamiento
La empresa peñarandina “Gazmar” se encargó de realizar el montaje del pararrayos, teniendo un coste de novecientas setenta y una mil setecientas cuarenta y cuatro pesetas.
La financiación del millón novecientas noventa y cuatro mil ochocientas noventa y cuatro pesetas, se costeó al cincuenta por ciento entre la Parroquia de Peñaranda de Bracamonte y la Excma. Diputación Provincial de Salamanca.
Antonio Pérez Sánchez